lunes, 26 de noviembre de 2007

La pena del viento Francisca Osandón (chilena)

Detenerse es morir.

Y el viento lo sabe.

Las nuevas lluvias y los fríos

dan alas al viento que las coge aprisa.

En los ojos de las violetas

hay un perfume de melancolía.

Tus pesares en horas secretas

robo y apuro de golpe.

¿No sientes de tu puerta

loa gatos negros en fuga?

Las nuevas lluvias y los fríos

ahuyentan las alondras.

Las golondrinas lejanas, olvidan.

Las palomas, junto a mi, revolotean

En mi corazón se clavan ansias desconocidas

Suspira cuando florece la reina de la noche.

Y la luz de una luna desolada mi faz polidece.

Será tu cuerpo una desierta calle,

será mi cuerpo jardín entristecido

Las nuevas lluvias y los fríos

traen del tiempo reminiscencia.

¿No sientes el badado de los recuerdos

martillar en la campana de los años?

Mi tren repliégase en si mismo.

Se detiene casi...

Mi pena, la pena del viento.

Y en el viento Dios habla.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

ASI FUE... Luis G.Urbina (mexicano)


lLo sentì: no fue una

separación, sino un desgarramiento:

quedó atónita el alma, y, sinninguna

luz, se durmió en la sombra el pensamiento.

Así fue: como un gran golpe de viento

en la serenidad del aire. ufano,

en la noche tremenda,

llevaba yo en la mano

una antorcha con qué alumbrar la senda,

y que de pronto se apagó: la obscura

asechanza del mal y del destino

extingió así la llama y mi locura.

Vi un árbol a la orilla del camino,

y me senté a llorar mi desventura.

Así fue, caminante.

Ya estoy cansado, sigue tú adelante;

mi pena es muy vulgar y no te importa.

Amé, sufrí, gosé sentí el divino

soplo de la ilusión y la locura;

tuve una antorcha, la apagó el destino,

y me senté a llorar mi desventura

a la sombra de un árbol del camino.

Justo castigo Emilio Oribe (uruguayo)

Ayer la pude ver y no he querido

Con entornar los ojos un momento

la vería en mi amor; mas hoy lo siento,

pues sufro el desanparo merecido,

Ayer la pude ver, y dolorido

por el temor de verla, el pensamiento

huyó del sutilísimo tormento,

y me quedé impacible y retraido.

Ayer la pude ver, ¡oh estrella pura!

En mí se alzaba toda su hermosura.

Si tuviera valor la hubiera visto...

Mas ya con creses castigado quedo,

y la paz que soñara no conquisto,

pues si hoy la quiero ver, ¡ay!, no lo puedo...


lunes, 19 de noviembre de 2007

Poema 2 de Pablo Neruda



En su llama mortal la luz te envuelve.

Absorta, pálida doliente, así situada contra las viejas hélices

del crepúsculo que en torno a ti da vueltas.

Muda, mi amiga, sola en lo solitario de esta hora de muertes

y llena de las vidas del fuego, pura heredera del día destruido.

Del sol cae un racimo de tu vestido oscuro
De la noche las grandes raíces crecen de súbito desde tu alma,

y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas,

de modo que un pueblo pálido y azul de ti recién nacido se alimenta.

Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava del círculo

que en negro y dorado sucede: erguida,

trata y logra una creación tan viva que sucumben sus flores
y llena es de tristeza

Poema 1 de Pablo Neruda


Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,

te pareces al mundo en tu actitud de entrega.

Mi cuerpo de labriego salvaje te socava

y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel.

De mí huían los pajaros

y en mí la noche entraba su invasión poderosa.

Para sobrevivirme te forjé como un arma,

como una flecha en mi arco,

como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.

Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.

Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia

! Ah las rosas del pubis!

Ah tu voz lenta y triste!

cauces donde la sed eterna sigue,

y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

lunes, 12 de noviembre de 2007